1 Pedro 3.1-7
1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; (Ef. 5.22; Col. 3.18) para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,
2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.
3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,(1 Ti. 2.9)
4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;
6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; (Gn. 18.12) de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.
7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, (Ef. 5.25; Col. 3.19) dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Primera epístola universal de
san Pedro apóstol (Nuevo Testamento)
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Seguir el hábito de Sara es sin duda alguna, el principal objetivo de esta carta. Comportarnos como la esposa ejemplar y estar sujetas al mandato del marido, son las claves que nos da la Iglesia para recibir la aprobación de Dios.
Es un documento que llama mi atención y curiosidad. El señorío predispuesto en la biblia, es un claro cimiento ante esa masculinidad desbordante, que ha sido sugerido a lo largo de la historia. Si bien se manifiesta a modo de epístola, de privado no tiene nada. Es una carta escrita para ser mostrada al mundo, de generación en generación.
Ahora bien, ¿seremos capaces, nosotras las mujeres, de llevar el nombre de Sara con honra y obediencia? ¿Tendremos el valor de ofrecer el marido a la sirvienta, de aceptar un mandato divino algo machista (para qué estamos con cosas) y de llamar señor a nuestros esposos?
Sólo queda acatar o ignorar. El resto, es sólo manejo de los discursos. Dios no tiene la culpa. Y Pedro probablemente, se expresó mal.